10/3/24

Hoy tuve el privilegio de conocer una escuela rural  de la zona Zapote de Huatulco, también el Hospital de Santa María Huatulco, donde repartimos folletos. En la escuela mi compañero dio una plática sobre el estrés, las emociones y como vivenciarlas, les enseñó una técnica de respiración y de descarga de las emociones. Estuvo muy  interesante. La escuela es como las que he conocido en Mérida, abiertas, con cada aula como si fuese un quincho separado, llena de plantas, aunque no vi iguanas. Para el calor, tomamos unas paletas y unas aguas de fruta. 

Los alumnos se comprometen mucho con lo edilicio, hoy los vi limpiar los baños antes de irse. 

El fin de semana fuimos con Gui el sábado a las cascadas mágicas de Copalitilla, para esto debimos tomar una camioneta cubierta con lona, en la que viajamos casi enlatados, y al llegar, un moto taxi con un conductor super amable, Heber, que lo llenamos a preguntas y nos contestó todo divinamente. A medida que te vas internando en la selva, y subiendo, acercándote al rio, vas viendo cada vez mas verde y más vegetación envolvente. Al llegar, era increible, una selva salida de una película de Tarzán, bellísima, con enrededaderas hermosas, entre mosteras, y otras que reconocí por ser las mas hermosas de los viveros. Creciendo ahí salvajes y mezcladas, helechos, plantas de aire, palos borrachos centenarios y gigantescos, y el agua corriendo transparente, celeste, limpísima, las hojas de los árboles cayendo como en Pocahontas, el verde cubriendo el cielo, la luz colándose por la copa de los árboles, simplemente una locura total. Subías al costado del rio y te ibas encontrando con cascaditas y piletones, cada vez mas grandes, hasta llegar a un punto donde tenias que pasar caminando sobre la piedra y el agua cayendo sobre ella, agarrándote de una soga. 

Descubrí unos bichos que caminaban sobre el agua, parecían arañas y me paralicé, luego resultaron otros, aunque impresionaban pero no se acercaban a las personas. Gui se tiró un clavado desde una plataforma bien alta, yo me subí con su ayuda a una piedra en medio del agua. Fue una experiencia increíble, el lugar tiene una magia, una buena vibra una belleza propia indescriptible, no dan ganas de irse y te sentís jugando como une niñe a ser ágil. Había hasta lianas. Heber nos contó que ha visto un tigrillo de noche ( son nocturnos), también hay armadillos, venados, aves diversas.   

Queremos volver antes de irnos pero el viaje es muy duro. Sólo estuvimos tres horas y tres o más de viaje fueron.

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